Rem Makimura jugando con el sorbete
Hola mi hombre bello, te contaré una travesura conmigo misma en mi cocina jugando con el sorbete. Muchos sabrán que hay mujeres que les gusta autocomplacerse, yo soy una de ellas. Una de esas situaciones fue en mi cocina. Te lo cuento ahora.
Una noche me asomé a la cocina, la encimera blanca reflejaba el brillo de un pequeño foco colgante. Tenía sed, me provocó una taza de té verde. Extrañamente, preferí beberlo con sorbete, pero tenía mis razones de beberlo de esta manera, era una escusa, mi cuerpo me lo reclamaba.
Succionando y disfrutando el té con el sorbete entre mis labios, mi mente tenia todo preparado para ese momento, ese sorbete tenía un propósito distinto, sería mi juguete sexual, estaba algo excitada desde antes de llegar a la cocina, y no era solo por el té, era por el sorbete.
El sorbete es mi juguete sexual
Terminé de beberme el té, lavé la taza, lo sequé y lo deje con el resto de las tazas, pero me llevé el sorbete conmigo, ese flexible tubo de plástico sabía que me haría gozar. Apoye mi culo sobre la mesa de la cocina y comencé a jugar con el sorbete sobre mi cuerpo.
Lo deslicé lentamente por la curva superior de uno de mis pezones, sintiendo la ligera fricción sobre la piel de mi pezón, dibujaba círculos pequeños, luego hacia figuras más amplias e inconsistentes alejándome y acercándome múltiples veces a un de mis pezones, suspiraba y succionaba el aire mostrando los dientes apretados con los labios abiertos, y frunciendo ligeramente el ceño y con las pupilas dilatadas, estaba excitada y quería más. Repetí el proceso en el otro pecho, sintiendo cómo se endurecían ligeramente mis pezones por la fricción del sorbete.
Bajé lentamente el sorbete hasta acariciar mi vientre plano y acolchado, tracé líneas curvas sobre mi vientre formando figuras inconsistente. La presión era sutil, casi reconfortante, pero lo suficiente para despertar sensaciones placenteras. Los movimientos eran lentos y sensuales. Cada minuto que pasaba, era cada vez mas excitante.
Mis pezones son una de mis zonas erógenas mas comunes y placenteras de mi cuerpo, pero también tenía otra, se encontraba en mi vientre y quería llegar ahí.
Lentamente, inserté el lado fino del sorbete en mi ombligo. Al principio realizaba exploraciones suaves, sintiendo la pequeña cavidad recibir el delgado plástico jugando en mi pequeño agujero. Cerré los ojos, respiré profundamente mientras aumenta gradualmente la presión. Pequeños espasmos recorrían mi vientre. A veces el sorbete realizaba suaves círculos fuera de la cavidad, luego penetraba el sorbete un poco más. Les juro que estaba extremadamente excitada.
Un gemido sale disparado de mis labios mientras experimenta con distintas presiones y ángulos sobre mi ombligo. La textura lisa del sorbete contrasta agradablemente en el interior de la piel del interior de la cavidad, me encantaba metérmelo.
Después de unos minutos de placer silencioso, comencé a subir lentamente el sorbete, recorriendo la boca del estomago, quería volver a mis pechos, estaba demasiado excitada.
Cuando volví de nuevo a mis pechos, el sorbete bailaba ahora con mayor intensidad. Lo deslicé alrededor de mis pezones erectos y endurecidos, frotándolos firmemente, alternando entre movimientos circulares y verticales. Las puntas rosadas de mis tetas se tornan aún más sensibles.
Mis dedos se entrelazan con el sorbete, guiándolo donde más me gustaba, sintiendo como mi respiración se tornaba agitada, entrecortada por pequeños gemidos. Cada roce del sorbete sobre mis pezones hinchados enviaba señales de placer por todo mi cuerpo.
Luego sostuve el sorbete con fuerza, mis dedos resbalaba ligeramente por el plástico frío, mientras continuaba estimulando con movimientos traviesos sobre mis pezones. Cada vez me sentía embriagada, sumergida en una ola creciente de excitación.
Respiro hondo para recomponerme, y dejo que el sorbete baje lentamente por mi vientre, dibujando garabatos sobre mi piel tersa. Vuelvo a insertar el sorbete sobre mi ombligo, profundizando un poco más, girándolo en espiral y luego sacándolo con un tirón suave. Gimo al sentir el agradable cosquilleo interno. Lo meto y saco varias veces, variando el ángulo, buscando el punto exacto que hace que mi estómago se retuerza de placer.
El sorbete sobre mi entrepierna
Poco a poco, el sorbete se desplaza hacia abajo, siguiendo la línea de mi cintura, pasando por mis caderas, hasta llegar finalmente a mi entrepierna. Primero, rozo suavemente mis labios menores, sintiendo cómo se humedecen con el paso del tiempo, introduzco cautelosamente la punta del sorbete, deslizándolo entre mis pliegues de mi coño. La sensación es exquisita, fresca e íntima a la vez. Describo pequeños círculos, sintiendo la tensión crecer con cada pasada. Mis muslos se tensan instintivamente, abrazando el sorbete por el placer inducido.
Empujo un poco más adentro y empiezo a gemir un poco más fuerte. Mi clítoris late bajo la suaves caricias del plástico, respondiendo a cada movimiento del sorbete. Varío la intensidad, alternando entre caricias ligeras y presiones más firmes. El sorbete asciende y desciende, explorando todos los rincones de mi entrepierna, algunas veces intentaba golpear el sorbete justo en mi clítoris y eso me prendía más.
Me muevo de un lado a otro, balanceándome suavemente hacia adelante y hacia atrás mientras continuo jugando con el sorbete.
Justo cuando pensaba que alcanzaría el límite, siento un nuevo pulso de placer irradiar desde mi clítoris. Aumento la velocidad de los movimientos, presionando con más firmeza, dejando que el sorbete marque el ritmo en sintonía con mi mano, algunas veces el sorbete se doblaba. Mis caderas se movían, entonces decidí agarrándome en la encimera para mantenerme estable. Jadeo para liberar un poco de placer contenido, mi respiración aumenta más y más.
No podía más, un orgasmo bestial sacudía mi cuerpo. Contraje mis músculos, arqueando mi espalda y soltando un grito agudo. Mis uñas se clavan en la encimera, y cierro los ojos fuertemente, dejándome llevar por olas de placer que de hasta 25 segundos (para los que no saben, las mujeres tienen una duración más larga en órganos que los hombres).
Si, a veces a las mujeres se les corta el aire y muchas veces no pueden hablar, como si hubieras terminado una maratón justo llegando a la meta, pero si alguien intenta hablar, es imposible devolverle una respuesta porque no se tienes el aliento, el cuerpo está muy agitado, muchas veces me pasa eso. ¿sabías, mi hombre bello?
Es hora de jugar con mis manos
Cada respiración es un susurro cargado de placer. Todavía tiembla ligeramente mientras sostengo el sorbete entre mi piernas. De pronto, surge un deseo irresistible de aumentar aún más el placer que siento. Retiro el sorbete de mi intimidad y empiezo a darle palmadas fuertes y rápidas directamente a mi clítoris.
Mis dedos se convierten en diminutos látigos, golpeando con precisión y vigor mi clítoris. Cada palmada libera una nueva oleada de sensaciones, haciéndome arquear la espalda instintivamente. Intensifico el ritmo, aumentando la presión, sintiendo cómo mi clítoris se hincha y palpita bajo mis manos. Comienzo a gemir cada vez más fuerte, mientras mi cuerpo se entrega al frenesí de estas sensaciones tan ricas en coño.
Una vez satisfecha con el bombardeo de estímulos con mis dedos en mi entrepierna, elevo mis manos para pasar a mis pechos. Les doy palmadas juguetonas, sintiendo como se tambalean como bolsas de box entre mis dedos. Alterno entre palmadas suaves y golpecitos más fuertes, provocando un agradable hormigueo. Los pezones están aún sensibles, y cada caricia me estremece.
Intercambio las palmadas en mis pechos por caricias más suaves, extendiéndolas por mi cuello y hombros. Mis dedos recorren las curvas de mi busto, amasando la carne tierna con placer. Mispiraciones salen cada vez más largas y agitadas.
Decido variar alternando entre palmadas energéticas en mis pechos, caricias suaves en mi vientre, y golpes rítmicos en mi clítoris. Mi cuerpo se convulsiona con cada movimiento, sintiéndome completamente absorbida por la cascada de sensaciones, flotando en un mar de placer caliente.
Me masturbo
Envuelvo mi mano alrededor de mi clítoris, ejerciendo una presión constante y firme. Mis dedos se mueven con una mezcla de urgencia y delicadeza, agitando rítmicamente llevándome de nuevo al borde del placer. Simultáneamente, tiro de uno de mis pezones con la otra mano, sintiendo cómo se alargan y se endurecen entre las yemas de mis dedos, enviando ondas de placer adicionales por toda mi columna vertebral.
Un gemido salvaje sale disparado de mi boca, transformándose rápidamente en un rugido de liberación sexual mientras cierro los ojos disfrutando de este sentimiento. Contraigo mis músculos con fuerza, apretando los puños y arqueando la espalda.
El orgasmo me azota con ferocidad, haciéndome perder momentáneamente la noción de la realidad. Todo se reduce a puro sentimientos, a un torrente de placer que recorre cada fibra de mi cuerpo, mente. Finalmente, exploto agitándome con movimientos erráticos e inconsistentes, balbuceando sin sentido, liberando toda mi energía acumulada en un estallido de placer, gritando con pausas en coordinación con las contracciones de mi coño.
Es hora de irme a dormir
Jadeando, caigo rendida sobre la encimera, con una amplia satisfacción en mi rostro con los ojos cerrados. Paseo un dedo suavemente por mi ombligo por uno segundos, es una zona erogena que me excita da vez más (Si no fuera por mi compañera Mairerisu, jamás me hubiera enterado). Una sensación de profunda satisfacción invade mi mente, estaba contenta.
Después de unos momentos, me incorporo y me estiro lentamente, disfrutando de la agradable pesadez que siento en mi cuerpo luego de la experiencia. Recojo el sorbete usado, lo limpio con cuidado y lo dejo secar sobre la encimera. Miro alrededor de la cocina, sintiéndome llena gratificación.
Con mi cuerpo pesado del placer, me dirijo al baño, me quito la bata, las bragas y el sostén, me meto a la ducha quitándome el sudor de placer que recorre todo mi cuerpo, tomo mi toalla, me meto al cuarto, me pongo unas bragas, me deslizo bajo las sábanas frescas, acomodándome cómodamente entre las almohadas. Cierro los ojos, es hora de descansar.
¿Qué les pareció mi relato, mi hombre bello?, espero haya gustado, volveré con mas relatos. Se que te gustarán (eso espero). Te quiero mi precioso macho hermoso, bye.
Publicaciones relacionadas
Fin.
Estuvo muy bonito mi bomboncita de mi vida 🥰 😘