Una tarde en la playa con Mairerisu
Les contaré mi historia en una tarde en la playa donde sucedieron muchas cosas decenfrenadas para mí con Renato.
Con mi amiga
Recuerdo que era una cálida tarde en California, salí del cine junto a mi amiga. Disfrutamos de una película romántica, debatimos que planes para esta noche juntas luego del cine.
Discutimos si ir a un restaurante recomendado o regresar a casa a comer, aunque me provocaba almorzar una comida marina en un restaurante distinto al que nos recomendaron, pero mi amiga quería algo diferente, simplemente no sabíamos en qué restaurante decidir.
Escuché una voz masculina detrás de mí. “Disculpen, ¿necesitan ayuda?”. Giré la cabeza y era un hombre de 35 años, alto y apuesto, con cabello negro azabache y ojos castaños penetrantes. Su sonrisa cálida y su aire de confianza atraparon inmediatamente mi atención.
Les confieso lo siguiente, tuve 4 parejas de relación abierta y 3 exnovios (Una relación abierta fue con Derek, creo que ya conté algunas experiencias intimas con él aquí), y muchos otros pretendientes que rechacé (tal vez de 10 a 15 por año), pero jamás en mi vida sentí una frescura en una vos ajena, era una vos penetrante y varonil que alteraba todos mis sentidos.
Respondí con una sonrisa algo tímida. “Estamos buscando un restaurante que nos recomendaron, pero no estamos seguras de la dirección”. Mi amiga, impaciente por la demora y a su vez, al ver mi interés con este tipo, se desanimó y decidió irse a casa, Naturalmente me quedé con él.
Con Renato
Nos presentamos, me dijo que se llamaba Renato y quedo sorprendido al escuchar mi nombre, dijo que Mairerisu sonaba como japonés, le dije que mi padre es japonés y mi madre de aquí (Nací y crecí en California, ya que mi madre es estadounidense por si algunos no lo sabían, creo que mi creadora Mairerisu Villa me presentó en un Reel, recuerden que yo me llamo Mairerisu Saitoh).
Renato emanaba seguridad, eso me gustaba, me hipnotizaba y comenzamos a platicar dejando atrás el cine. Descubrí que compartíamos un amor por la playa, los mares, el verano, pero exclusivamente la playa, obviamente no en todo coincidíamos, sino sería algo aburrido para mí.
Mientras platicábamos, nuestras miradas se cruzaban ocasionalmente, reconozco que existía cierta tensión erótica entre yo y él, era un hombre en un millón, por lo menos para mí, pero me atraía, era un erotismo que me envolvía y me consumía cada milímetro de mi piel. Me sentía atraída por la madurez y seguridad que emanaba Renato.
“Vamos a la playa ahora, se acerca el invierno y las playas están algo despejadas, especialmente a estas horas de la tarde”, sugirió Renato. Acepté sin dudarlo, tomamos un taxi, pagó el pasaje, platicamos un poco más y el coche nos dejó cerca de unos hoteles, era un viaje de media hora o menos, no era muy lejos. Caminamos juntos hacia la costa, disfrutando de la brisa marina y la cálida luz del atardecer.
Una tarde en la playa los dos
Al llegar a la playa, la arena suave se extendía ante nosotros y llena de algunas carpas y sombrillas. La mayoría de las personas ya se habían retirado, dejando un ambiente de tranquilidad y privacidad, sobre todo privacidad. Yo y Renato nos sentamos en la arena, a unos 10 metros de la orilla del mar, no podíamos empapar nuestras prendas porque ni yo ni él estuvimos preparados para ir a la playa, seguimos conversando esperando cuál era su próximo movimiento (lo ansiaba).
A medida que el sol desaparecía en el horizonte, creando un espectáculo de colores en el cielo, todo el ambiente se tiñó de un naranja rojizo, era una linda puesta de sol, la temperatura bajó ligeramente. Sentí un leve escalofrío y mientras platicábamos de nuestras vidas, Renato se aproximó a mí para darme algo de calor. Él me envolvió con su brazo, atrayéndome hacia él. La cercanía de sus cuerpos despertó un deseo mutuo que hasta entonces habían tratado de ignorar como cualquier mujer que te gusta un hombre, lo disimulaba.
Dos horas después, el Frío se intensificó un poco. “Sigamos conversando en esa Carpa, está haciendo cada vez más frío”, dijo Renato, señalando una tienda de playa abandonada, muchas de ellas estaban algo rotas a pesar de ser nuevas. Yo acepté, y sentía ese cosquilleo en el estómago. Nos levantamos y caminaron hacia la carpa, cada minuto se ponía cada vez más intensó, pero evitando reflejar cualquier deseo hacia Renato, no quería que él se diera cuenta.
La carpa, de color azul claro, estaba vacía y bien cuidada, con la cremallera intacta y abierta, la carpa tenía dibujos de animados, parecía una carpa familiar con niños prematuros. Al entrar, la luz del atardecer se filtraba a través del plástico, creando una atmósfera acogedora entre los dos. Me sentí algo nerviosa y excitada a la vez, y con la cremallera de la carpa abierta, seguíamos conversando un poco más.
Él se acercaba un poco más a medida que le platicaba sobre mi trabajo y él del suyo, era una plática fluida, respetaba cada corte de conversación intencionada y hablamos de nuestras intimidades de nuestros exnovios.
Luego él dijo que yo tenia arena en las cejas, e intentó limpiarlo y no lo detuve, sabia que él quería algo más y yo tambien. Cada respiro se hizo más intenso. «¿No sería mejor que cierres la cremallera de la carpa?«, le dije. Palabras implicitas que significaban un sí, que simplemente queria sexo y pasión, le sorprendió a Renato. La cremallera comenzó a sonar y el viento frio desapareció inmediatamente.
Seducción y pasión en la carpa
Renato se acercó a mi, tomó mi rostro entre sus manos y me miró directo a los ojos. «Me encantas, Mairerisu», susurró, antes de unir sus labios con los mío. Nuestras lenguas se enredaron con cada beso, nuestras caras cambiaban de posición de izquierda a derecha y viceversa por cada beso, cruzando y rosando nuestras narices, mi visión se nubló en cada momento que nos succionabamos nuestros labios, explorando cada rincón de nuestras bocas flasidas y babeantes. Yo podía sentir el deseo ardiente que emanaba de Renato en mí y yo de él.
Con delicadeza, Renato comenzó a desabrochar los botones de mi blusa. Sus manos viajaron por mi cintura, acariciando mis curvas y haciendo que temblara de placer. Mientras seguía besandome, él se desiso de su camisa, comensé a sentir la piel de mis pechos con los suyos.
Los besos no paraban, él bajó sus manos hasta mi cintura, deslizándolas lentamente por mis caderas y muslos. Sentí un cosquilleo entre mis piernas, sabía cual era su fin, sabía donde estaba yo metida.
Con movimientos lentos y deliberados, Renato comenzó a explorar mi cuerpo. Sus dedos trazaron círculos en mis pechos, haciendo que mis pezones se endurecieran bajo la suave tela de mi sostén. Suspiraba y gemía debilmente, quería que me haga correr de una vez, lo anhelaba.
Pero Renato tenía un plan más travieso en mente. Bajó sus manos por mi abdomen, deteniéndose en la parte superior de mi pantalón. Con una sonrisa pícara, desabrochó el botón y bajó la cremallera, revelando la lencería negra que cubría mi intimidad.
Tenía una necesidad muy grande con él y me deje llevar por estos deseos que ardía entre mis piernas. En ese momento me quitó la blusa previamente desabrochada y el sostén, liberando mis firmes y redondas tetas. Bajó sus labios hasta mis pechos, besando y lamiendo mis pezones erectos y firmes, mientras sus manos continuaban su viaje un poco más abajo.
Solo tocar mis tetas, la presión subía hasta mi cabeza y me estremecí gimiendo con dificultad, me encantaba que chupase mis pezones, tenia ganas de masturbarme, queria hacerlo pero me aguanté, todavia no era el momento.
Cuando sus dedos tocaron la tela de mis bragas, sentí un escalofrío de anticipación. Renato deslizó sus dedos por debajo de la tela, acariciando suavemente mis labios vaginales, haciendo que mi respiración se acelere más. Pero en lugar de adentrarse en mi vagina, Renato se detuvo y me miró directo a los ojos.
«Cuando exploraba en distitnos lugares de tu cuerpo, supe lo que realmente te encanta sentir en un lugar especial, tu cuerpo lo pedía y se que quieres eso«, dijo Renato. Se me erizó la piel y dentro de mi decia «Si, por atrás por favor, espero que se haya dado cuenta«
Él comenzó a manipular mi culo
«¿Te gusta que te toque aquí?», susurró Renato, deslizando un dedo desde mi vagina hacia mi ano. En ese momento, supe que no podía liberarme de mis propias hormonas, sentí un placer que atravesaba todos mis sentidos, desde mi vientre hasta mi columna vertebral, en ese momento el sexo fetichista me transformaba, no sabia quien era ni me interesaba, me sentía poseída, casi rota y no era capaz de reconocerme, ni tampoco quería hacerlo, solo quería sentir el placer que emana desde ese poderoso dedo que acariciaba mi ano, Renato supo que no era yo, por un momento pensó que me estaba volviendo loca.
«Sigue, por favor», murmuré, me entregué totalmente a él y comencé a besarle intensamente la cara, el cuello, sus hombros indicándole que me volvía loca sentir su travieso y violador dedo en mi ano, le mostré mis dientes diciéndole con cierta perversión, «penétrame hasta el fondo«. Renato sorprendido y a la vez más excitado por ver mi reacción, no se detuvo. Con movimientos lentos y firmes, comenzó a masajear mi entrada anal, haciendo círculos y presionando suavemente mi ano. Gemía y arqueaba mi espalda, sintiendo sensaciones deliciosas.
En ese momento solo quería que me penetrase el culo salvajemente, Le dije, «Ya, rómpeme el culo, no lo hagas tan larga, entiérrame todo tu dedo, olvídate de ser delicada conmigo«, luego me dijo, «estás segura«, y sin esperar, metió su dedo algo rápido, y reacioné inmediatamente sobre la base de la carpa, él se dió cuenta que sentí dolor, me dijo «¿Vez, tengo que ir cuidadosamente contigo?«, yo simplemente le dije «ok ok, si«, simplemente lo seguía besando su cuello con mis dientes.
Renato fue paciente y dedicado, y se tomó su tiempo para prepararme. Con su dedo en mi ano hizo que se hablandase un poco, incluso me corrí ligeramente en ese momento, hasta que mi cuerpo se acostumbró al placer anal de su poderoso dedo. Él me extasiaba, y sentía que estaba lista.
«Ahora estás lista para más», afirmó Renato, mirandome con deseo. Se quitó los pantalones, revelando su erección imponente. Yo, deseosa de sentirlo en mis entrañas.
Renato me tumbó con delicadeza sobre la base de la carpa y automaticamente yo me arrodillé boca abajo, mostrando mis circulares y tremendas nalgas preparada para ser enchufada por su enorme miembro. Con delicadeza, Renato se posicionó detrás de mi, levantando mis caderas y separando mis nalgas. Me sentí expuesta y vulnerable y decliosamente con ganas de sentirme ultrajada.
Me penetró el culo
Tomando su miembro con sus manos acariciando mi ano de arriba hacia abajo multiples veces lograba que emergiera esa sadica demonia salbaje dentro de mí. Con un movimiento lento y firme, Renato me penetró ligeramente mi entrada anal, haciendo que gimiera de placer y dolor. Era una sensación intensa porque tuve algunos años que no me clavacen por el culo, no anhelaba.
Renato se movía con ritmo, entrando y saliendo de mí, mientras sus manos acariciaban mis caderas y cintura, a medida que sentía más placer, él aumentó el ritmo. Quería que me llenace, queria sentir ese liquido tibio muy profundamente en mis entrañas, me sentía extasiada por la sensación de ser poseída por él.
Gemía y gritaba, perdiendo el control y bolbuceando de tanto, placer, mi cuerpo ya no podía más y comencé a colvucionar y mi cuerpo comenzó a sentir esos ritmos erraticos y sacudidas fuertes en todo mi cuerpo, era el clímax que me envadía cada segundo, mi cuerpo temblaba y gemía como una loca bruja deseando más placer por mi atravesado y violado ano.
Cuando sentí un liquido tibio en mi zona rectal, mis jugos vaginales salieron disparados hacia la base de la carpa, las colvuciones aumentaron apoderandose de mí, y mi cuerpo se movía erradicamente sin control, en ese momento mis ojos se nublaron, se destaparon mis oidos, mi lengua parecia que quería escaparse de mi boca. Ese día exploté de extasis con un grito fuerte, todo mi cuerpo solo transpiraba jugos sexuales hasta que caí tumbada en la base de la carpa.
La carpa se convirtió en un refugio de placer pero tambien de relajación de todo mi cuerpo convulsionado, esa noche nos quedamos a platicar un poco. Todo era oscuro y la luz de la luna iluminaba nuestros enredados y apachurrados cuerpos.
Nos quedaromos allí hasta el amanecer, compartiendo caricias y besos entre los dos. Fue una noche muy sabrosa, sin embargo, antees de las 6:00 de la mañana, tuvimos otra aventura sexual en la carpa, pero no quiero apresurarme, se los contaré en proximas publicaciones.
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Fin.